viernes, 26 de septiembre de 2008

Las estructuras que hacen posible la sociología


Una de las características de los primeros grandes sociólogos como Marx, Weber o Simmel fue su sensibilidad para entender la estructura. La sociedad como estructura de conformación de la acción humana era un verterse a sí mismo y efectuar la posible modificación en ese contexto. Las categorías volvían a sí mismas, la sociedad como fluido y la estructura como su cauce. No es, pues, extraño, que la conformación haya sido característica en una primera sociología.

La sociología estuvo tentada durante años por la atracción de su vertiente racional, los sistemas basados en la efectividad de la razón. No obstante, esa concepción se estrellaba con la realidad. Si la estructura puede estar sacada de cierto esquema de racionalidad, su efectividad no es un momento puro, sin modificaciones, sino que es meramente probable, no pasa de ser una expectativa.

Esta línea de sociología racional la podríamos llamar estructuralismo institucional. Tiene mucho interés para fases estables, sólidas y de poco cambio. Pero la estructura y cauce que se supone operante sólo cae en la cuenta, toma conciencia, cuando se ve desadecuado, cuando reconoce que va retrasado con respecto a dicho cauce.

La dependencia de los órdenes superiores de los inferiores y la de los inferiores de los superiores debe ser entendida independientemente de los esquemas lineales y simplemente causales, debe ser comprendida, que se integre la función en un proceso, los objetos en los sujetos. El esquema de Pareto y Weber pretendía resolver esta desadecuación. El salto de un nivel a otro, el momento en el que uno emerge al otro en un cambio no contenido, impredecible por su efecto sintético, debe buscarse en las aproximaciones más pequeñas a los elementos que precipitan el salto. Ese salto leibniziano-hegeliano debe rastrearse no sólo en la estructura sino también en los sentidos que conforman la posibilidad de los objetos que aseguran esa estructura.

El esquema de Weber daba un extraordinario peso a la irracionalidad pues sabía que el esquema de acción racional era básicamente coyuntural, formal y no a priori. Su proposición comprensiva no era establecer la irracionalidad, sino acercarla a nuestra conciencia. La estructura sin conciencia es ciega, irracional y servil. Es parte de la sociología, pero no es su totalidad.


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