miércoles, 12 de febrero de 2014

Espacio de interioridad, aproximación a algo



La interioridad no le pertenece a ningún sujeto; no es un ámbito que quepa, cabalmente, en sus manos, no cabe todo en él. Muy al contrario, su totalidad lo contradice sistemáticamente, a cada instante. Esta contradicción debiera poner algún límite al hombre y algunos de sus ideales como la dignidad, la libertad, el derecho, la ética, etc. 

Para decirlo con una figura, no se puede abrazar un conjunto sin unidad de términos; su concepto descansaría en una desigualdad. Quien prendiese vaciar el mar poco a poco debiera cuidar que su medida tuviese en cuenta alguna ventaja, que “poco a poco” no se quede en nada. Si su capacidad de vaciamiento (desagüe) es inferior a la de relleno, no hay posibilidad de logar el fin buscado. Lo que se busca ha de ser una idea que persista más que lo que oculte la manifestación; no pueden estar a la par.

La conciencia no es un sitio sin nada, no es un ámbito vacío que la experiencia subjetiva rellene. Este sujeto sería una inducción absolutamente ignorante de sí que, irremediablemente, caería en el vacío de su sustento; su historia, por mucho que se alargase, estaría destinada a terminar. 

Se trata del problema de la idea de la idea, el término del término, la medida de la medida, etc. La ventaja no puede ser una hipótesis cualquiera, básicamente, neutra; su sentido no puede ser indiferente, sino que tiene que ser mejor que otro; llegados a cierto punto, tiene que estar por encima y subsistir.

No se trata, pues, de un orden sensible (espacial), con una cosa encima de otra que está debajo de ella, sino esencial, se aproxima a sí.

lunes, 3 de febrero de 2014

Tantas y tan pocas cosas



Preguntémonos lo siguiente: ¿ser determinado, estarlo de una vez entre todas, es estarlo de una vez; o, por el contrario, en la determinación misma, hay lugar para una diferencia consigo, una repulsión hacia su propio centro, un lugar a la vida propia?