martes, 19 de agosto de 2014

Identidad del "yo", "yo" mismo; posibilidad de su contradicción



¿Las posibilidades del “yo” trascendental, el “yo” que conoce y se presta a ser abstraído (*), permanecen idénticas, sin cambio; o el cambio no es sino una fase de la que se sirve la abstracción del “yo”, la posibilidad que ella misma se pone en bandeja (**)? ¿la forma de la que el “yo” se sirve, el soporte que garantiza que sea, está en sí, en el “yo” mismo; o la idea de un soporte del “yo” es una figura hecha a su medida, un modo de insensibilidad a sí?
 

(*) Toda abstracción confía en poder ejercer la sustitución característica de lo abstracto, una inclinación dada; es insensible al resto, permanece "fija" en su "medida", viene con más de lo mismo. La abstracción carece de reflexión interna, en principio, desconoce sus posibilidades. Esto es una idea problemática: el “yo” se abstrae sin conciencia de los límites de su posibilidad; toda abstracción es, pues, una idea especulativa. Para ciertas extensiones, el “yo” no tiene garantías.
 

(**) Si la distancia no fuese tautológica, si fuese sustancial, si no fuese porque parece llevar a un sitio distinto del sitio al que lleva, sería idéntica a su recorrido; su espacio sería el mismo. Obsérvese, en todo caso, que el problema de la distancia no es espacial, sino, mejor visto, relativo a su creatividad y la desigualdad en la que descansa.
 

La creatividad de la distancia fue uno de los brotes que hacen posible una idea a priori de la moral, o, al menos, permiten pensar objetivamente en ella.

No hay comentarios: