lunes, 8 de septiembre de 2014

Ser mismo y regresión evidente

Si la verdad va acompañada de algo “evidenciante” (*), de un impulso de la intuición a verse satisfecha, a encontrar aprobación inmediata, esto es, sin necesidad de cuestionarse más.

(*) "Evidenciante" significa que es evidente, se hace evidente. La "evencialidad", para reírme de mí mismo, o, dicho con mayor humildad filosófica, lo que otorga evidencia, sería un ámbito con poderes misteriosos, un impulso que, sin artificio, no se corresponde consigo mismo. Se recorre un camino con más espacio por recorrer del recorrido; algunos espacios se quedan sin andar, su paso va a cuestas.

Un juicio verdadero no es lo opuesto a un juicio falso, el ámbito de lo verdadero está implícito en toda existencia; la verdad, que es más amplia que lo verdadero, debiera ser absoluta, se afirma de golpe, va consigo (**).

La “evidencia intuitiva” es un predicado simple de verdad inmediata en el que la verdad, por tanto, se muestra por sí sola. Hace tiempo mostré mis sospechas hacia semejante expresión.

La preferencia del ámbito contemplativo, ver las cosas por sus ideas, por el ser mismo del que dependen, no puede dejarse caer en trucos del lenguaje acomodando el pensamiento de tal forma que lo inhiban y lo suplanten.


(**) Prefiero dejar la afirmación para el ámbito inmediato, y la reafirmación para el mediato; uno está hecho, sigue una regla, el otro está por hacer.

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